martes, 14 de octubre de 2014

La ciudad colonial del Perú

Arequipa, 13 de octubre de 2014

La noche en el bus fue tranquila. Estábamos tan cansados que caímos rápido y apenas nos despertamos. Cuando abrimos el ojo ya estábamos llegando a Arequipa. La ciudad está rodeada por varios volcanes de entre 6200 y 5900 metros de altitud. De hecho dicen que el Misti, el único volcán que está separado del resto de la ciudad, es conocido como el fujiyama de Sudamérica.



Algunos de los volcanes, pese al seco clima, tenían nieve en su cumbre. Nada más llegar dejamos nuestras mochilas en consigna y cogimos un taxi al centro por 8 soles. En 15 minutos estábamos en la Plaza de Armas de la ciudad, la más bonita de las plazas de armas que hemos visitado en todos estos días.



Por lo que nos explicaron, el resto de ciudades fueron destruidas en la guerra com Chile, pero Arequipa fue respetada, conservando buena parte de sus edificios coloniales. Esta ciudad es de las más bonitas del país, no sólo su plaza de armas y su catedral están bien cuidadas, andar por sus calles también es un placer. El centro de la ciudad es limpio y seguro, poco tiene que ver con Lima, la verdad.




Después de desayunar nos dirigimos a visitar el Monasterio de Santa Catalina, una visita muy recomendable. El precio de la entrada es 35 soles y una guía que te explique el monasterio otros 20 y dura una hora. El monasterio es bastante grande y puede visitarse casi en su totalidad a excepción del convento actual de monjas de clausura que está en su interior y el cementerio.



El convento posee una ciudadela en su interior que en su momento llegó a albergar hasta 500  mujeres. Aquí no entraban mujeres de clase baja o media, sólo gente de clase alta, normalmente la segunda de las hijas de las familias más ricas. No se entraba por vocación, sino por obligación, por lo que muchas de sus habitantes serían tremendamente infelices y eso que dentro tampoco se vivía tan mal. 



Cada una de las monjas tenía su propia casa con su salón, cocina y habitación y podía tener hasta 4 sirvientas. El problema venía con el voto de clausura. Sólo podían ver a sus familiares una vez al mes a través de una doble celosía. Por supuesto tampoco podían ser madres. Las niñas entraban con 12 años en el convento y su noviciado duraba 4 años, durante este tiempo estaban en su celda meditando y orando en soledad, y sólo salían dos veces al día, para ir a misa y una hora al claustro. También había niñas internadas en el convento de lunes a viernes donde estudiaban hasta los 12 años. Cada una de estas niñas tenían una monja de institutriz.



Visto con el paso del tiempo, resulta en cierto modo hasta tortuoso. Hoy había mucho movimiento en el monasterio de Santa Catalina porque se iba a celebrar una convención entre todos los ministros de seguridad de todos los países de América allí. Seguramente eso explicase toda la seguridad y limpieza de las calles de Arequipa.



Los claustros del monasterio y sus jardines son preciosos y muy bien cuidados. La ciudadela es como una pequeña ciudad dentro del convento con sus propias calles. La calle Córdoba era similar incluso a las calles de la ciudad española, con sus claveles en las paredes blancas. También estaban las calles de Sevilla, Granada y Burgos.



Merece la pena especialmente subir a lo alto de algunas de las terrazas del monasterio para tener una buena vista tanto de la ciudad como de los volcanes que la rodean. Las montañas son enormes y el día estaba totalmente despejado, por lo que pudimos verlas en todo su esplendor. El monasterio además tiene una colección de pinturas de temas religiosos.



Después de ver el monasterio de Santa Catalina dimos una vuelta por la ciudad repleta de edificios coloniales e iglesias. Hay muchos edificios con patios preciosos que ahora son pasajes comerciales para los turistas. Lo mejor es ir atento e irse metiendo en ellos. 



Antes de comer quisimos  visitar el museo donde se encuentra la momia Juanita, famosa por haber sido encontrada en muy buen estado de conservación. Juanita fue una niña que los Incas ofrecieron en sacrificio a los dioses en lo alto del volcán de la ciudad para aplacar su furia. Algo parecido a lo que hacemos nosotros con el dios del viaje dando Javi sus playeros y cámara en sacrificio. 



Realmente no es una momia, ya que en su interior tiene todos sus órganos. Fue una niña sacrificada que se conservó así por el hielo. Al parecer en estos volcanes se han encontrado varios niños en sus tumbas sacrificados. Junto a ellos, cerámicas y figuras de metal humanas y de Alpacas. Impresiona ver a la niña en tan buen estado pese a sus 500 años. Su cara, que es la parte peor conservada aún conserva el pelo e incluso un cierto gesto de sufrimiento en su cara. Como no dejan hacer fotos dentro del museo pese a los 20 soles que cuesta la entrada, he buscado una foto de Juanita en Internet.



Después del paseo y la visita a Juanita, era ya la hora de comer y decidimos probar dos de los platos típicos de aquí, el cui y el chupe de camarones. El cui es básicamente una cobaya que sirven asada y en una posición que puede resultar un tanto desagradable con maíz y patatas. Su sabor la verdad es similar al conejo, pero tiene muy poca carne. El chupe de camarones es una sopa de marisco que no tenía mucho sabor. Ninguno de los dos platos nos han emocionado especialmente, pero había que probarlos.



Después de comer dimos otra vuelta por la ciudad viendo algunas iglesias más y el mercado de San Camilo que no tiene nada interesante a no ser que se quiera comprar el último disco de Wendy Sulca. Aquí os dejo con algunas de las estrellas del pop andino. 



Paseando nos topamos casi por casualidad con unas galerías comerciales que eran un antiguo monasterio pegadas a la iglesia de San Ignacio, tal vez la más interesante de toda la ciudad que se encuentra en un lateral de la plaza de armas. Los claustros de estas galerías eran especialmente bonitos, con sus columnas talladas y una bonita vista de la cúpula de San Ignacio.



Volvimos a la plaza de armas ya iluminada de noche y poco más podíamos hacer en Arequipa. Desde aquí salen excursiones de dos días al Cañón de Colca, que está a 160 km de aquí, pero no teníamos tiempo suficiente para ver todo.



A las 20.30 partía nuestro bus a Cuzco. Por suerte este bus es aún mejor que los anteriores con auténticos butacones donde dormir. Tenemos otra noche en el bus por delante. Cuando nos levantemos estaremos a 3200 metros de altura sobre el nivel del mar y ya muy cerca de Machu Pichu. A ver si no sufrimos mal de altura.

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